domingo, 12 de abril de 2015

Hay amores que matan…


Hay amores que matan…

“Amores queridos”, para algunos, es descargar un puñetazo donde un día hubo un beso. “La maté porque era mía” dicen otros, después de limpiarse las manos de sangre y de culpa.“Los amores reñidos son los más queridos” dice el refranero y, los palurdos, se lo creen.
Querer, amar, es un ejercicio de libertad y respeto que produce bienestar y nos gratifica todos los días de nuestra vida.  Es el camino hacia la evolución personal y la forma de crecer y de ser importante, valioso, para la sociedad y para la propia Humanidad.
Los españoles vivimos pegados al complejo de inferioridad con el que nos bautizan y a un sentido del ridículo exagerado como consecuencia, al igual que las moscas se churrascan en las bombillas. Durante unos años, hemos creído que lo habíamos superado… ¡qué ilusos! Lo llevamos en los genes, en las costuras del tabardo añejo, debajo de las uñas revuelto en mierda, enroscado en el moño y estampado en el DNI junto al nombre. La ilusión ha durado poco, aunque algunos lo han aprovechado muy bien: nuestros hijos son la generación más y mejor preparada de la Historia de España. Pero, el estigma, es más fuerte que ellos, porque lo han mamado y porque se lo hemos tatuado en la piel a base de mensajes subliminales, ya que no hemos sido capaces, sus padres, de sacudirnos la mediocridad y el provincianismo que nos mantiene atados al siglo XIX.
Los usos y costumbres de una sociedad patriarcal, retrógrada e indigna, siguen circulando por nuestras venas y así, convivimos con el machismo y con la injusticia, de igual forma que aceptamos la crueldad impuesta a los animales o el choriceo de los que deberían ser ejemplo de honradez.
Como sociedad, somos una gran pantomima, por no decir una enorme mierda. Todo está del revés. Hemos empezado el castillito por las almenas… y encima, no sabemos limpiar y sanear nuestras casas, nuestras vidas, nuestras ideas. Nos conformamos con aparentar inteligencia porque pensar, agota. Nos dejamos engañar como a niños, aunque la ingenuidad no es el motivo de nuestro descalabro, sino la desidia, la pereza…porque, no sólo pensar cansa mucho, también responsabilizarse como individuos de ésta sociedad tóxica, pestilente, dañina y desagradable.  
“Quien bien te quiera, llorar te hará”, y los desalmados no nos dejan borrarlo de nuestro ADN. Aunque hay quien ni se lo plantea.
“No hay mal que cien años dure”, ¿de verdad? ¿Alguna vez llegaremos a ser adultos?¿Conseguiremos algún día, tener conciencia de nuestro compromiso como seres humanos en este mundo, que deberíamos hacer entre todos?
¡No miréis para otro lado! ¡Que va con vosotros también! ¡Que no estáis contemplando un cuadro que no entendéis! ¡Que no es una película lo que pasa todos los días delante de vuestros ojos! ¡Que somos responsables de lo que hacemos y de lo que no hacemos! ¡De lo que defendemos y de lo que nos callamos!
¿Te crees, tú que me estás leyendo, que escondiendo la cabeza, eres ajeno a lo que está pasando?
El viaje al pasado que nos han impuesto, nos está llevando inexorablemente a la destrucción, pero aún hay intención de voto dirigido al PPartido PPodrido, por encima de nuestras posibilidades.
¿Te da una paliza de muerte y sigues con él, incluso defendiéndolo? ¿Te crees sus excusas, sus justificaciones, sus mentiras? ¿No eres capaz de abrir los ojos y querer ser libre para vivir tu vida lejos del maltrato y la dominación? ¿Te crees que no puedes? ¿Que no sabes?
Te han convencido para creerlo.
No es verdad.
Se aprende y se puede.
Sé libre.
Escucha.
Medita.
Analiza.
Actúa.
Yo lo hago, para dejarle un mundo mejor a tus hijos y a los míos.
Es nuestro deber y nuestra responsabilidad.


Queralt Berga.



¡Estoy muy harta!


Estoy muy harta de que me llamen radical. Además, me parece increíble que, personas que dicen conocerme, me llamen así. A mí, que si algo me ha definido en toda mi vida, ha sido mi capacidad innata para la conciliación, me llaman radical... yo, que soy la perfecta maestra de ceremonias, el ama de llaves ideal... me llaman radical. No sé hacerme bonitos peinados, ni recuerdo cómo hacer una ecuación correctamente pero, os aseguro, con toda humildad, que si algo soy, es vehemente. ¿Eso es ser radical? ¿Opinar sobre las barbaridades que nos están haciendo, es ser radical? ¿Intentar concienciar a una sóla persona, es ser radical?
No voy a cambiar. Pero no soy radical de izquierdas, soy una persona sensibilizada con el dolor y la injusticia y seguiré gritando mientras pueda. Los radicales son los que nos están haciendo un golpe de estado lentamente, los que están provocando miles de suicidios. Los que están dejando sin comer a la mayoría de los niños españoles, los que nos han quitado la Libertad de expresión, los que han expulsado a nuestros hijos al extranjero, los que se ponen medallas orgullosamente diciendo que todo va bien porque todo lo han hecho perfectamente. Los que nos han robado, los que nos han dejado sin patrimonio, los que nos quieren ignorantes y callados, sumisos. Los mentirosos, los crueles y malvados. Y me da igual en el partido que militen o al que le tengan simpatía. Nunca, jamás, a lo largo de la Historia de la Humanidad, la Justicia Social se ha conseguido en mayor o menor medida, gratuitamente, siempre se han pagando abultadas facturas: sangre, muertes, dolor, sacrificio, generaciones perdidas, etc., así que, si gritar que estamos echando a la mierda el esfuerzo de nuestros antepasados, mientras miramos para otro lado, es ser radical para muchos, creo sinceramente, que tenemos un grave problema como sociedad y como seres humanos.
Me llaman radical para ofenderme. Pero lo que me ofende, es la crueldad de los que deberían trabajar para todos y la indiferencia de los que se creen que la lucha por la Justicia y la Igualdad, no va con ellos. Un día no muy lejano, afectará a vuestros hijos, imbéciles.


Queralt Berga.


Sobre las autorías:

La mayoría de las fotos que ilustran este blog las he recogido en la red y son anónimas pero, si alguien se siente vulnerado en la autoría de alguna de ellas, no tiene más que decirlo y serán suprimidas o, se hará constar el nombre de su autor.

Mi Kay, mi perrita...

Mi Kay, mi perrita...